Título original: The gamble
Autora: LaVyrle Spencer
Género: Romántica histórica
Publicada: Punto de lectura 2001/Zeta bolsillo 2009
Agatha Downing es una joven sombrerera
cuya vida no puede describirse de otro modo que solitaria. Desde muy
niña quedó coja a consecuencia de una caída por las escaleras. En
la actualidad no le queda ningún familiar vivo; su existencia es
gris y vacía.
Regenta una pequeña sombrerería en Kansas y vive
en un apartamento, situado encima de ésta. Desde su humilde tienda
ha visto pasar la vida sin lograr ninguno de sus sueños y, aunque
aún es joven, se siente una anciana atrapada en un cuerpo joven pero
lisiado.
Cuando Scott Gandy compra la sala de juegos que
colinda con su sombrerería, siente una inmediata animadversión
hacia el hombre. Agatha odia el juego, el alcohol… los ve
perniciosos para los hombres, tentándoles hacia la mala vida y cómo
una fuente de desgracias y sufrimiento. Scott representa todo lo que
aborrece por razones que no quiere desvelar ni compartir con nadie.
Casi sin percatarse se une a un grupo de mujeres que luchan
porque Kansas sea declarado estado seco, aboliendo la venta de
alcohol. Desde ese momento se declara una guerra entre el atractivo e
irreverente Scott Gandy y la tímida y remilgada Agatha Downing.
No
obstante, poco a poco va conociendo a su vecino y percatándose que
es un hombre de contradicciones, o al menos no tan terrible como en
un principio pensaba de él. Scott Gandy nació y se crió en el Sur,
pero tras la guerra civil perdió a su familia. Incapaz de soportar
la vida en su devastada plantación, se decantó por vivir
despreocupadamente, sin ataduras ni responsabilidades. El juego se
convirtió en su forma de vida y a lo largo de los años conoció a
un grupo de personas con las que ha llegado a formar una familia
adoptiva: exprostitutas, antiguos esclavos, un músico mudo…
A
medida que va tratando con ellos, Agatha empieza a encariñarse y
considerarlos sus amigos, y a notar cómo su presencia y su cercanía
va acabando con su soledad; a la vez va tomando consciencia de que
siente algo por Gandy que no logra controlar.
Cree que él nunca
verá más allá de su aspecto remilgado y anodino, no será capaz de
ver la mujer que se esconde debajo de sus ropas almidonadas y
elegantes y pulcros vestidos. Sin olvidar que ambos batallan en
bandos opuestos: para Scott Gandy el alcohol es una forma de vida,
para Agatha la causa de su soledad.
La aparición de Willy,
un pequeño huérfano, propicia que una relación casi familiar se
establezca entre los tres. Ambos adultos se encariñan por el niño y
velan por su bienestar. El roce del día a día despierta en ellos la
certeza de que ninguno se corresponde con la primera imagen que se
forjaron el uno del otro, y la sensación de que algo inesperado los
une más allá del cariño hacia ese huérfano.
Enmarcado
bajo la implantación de la Ley Seca, Juegos de azar es una novela de
inconfundible tinte humano y social. Aborda no sólo una historia de
amor, maravillosamente entrelazada con el resto de subtramas, sino
una novela de inconfundible cariz social.
Ésta es la tercera
novela que leo de esta autora, y si bien las anteriores me encantaron
(no puede decir menos que eso) con Juegos de Azar no he podido dejar
de constatar que Lavyrle Spencer es una narradora inigualable. Logra
conjugar en las páginas de un libro infinidad de sentimientos y
realidades, logra enlazar de un modo indescriptible la vida de los
personajes que aparecen, como los hilos de un tapiz, que vas
distinguiendo según lees.
No encuentro otro modo de describir la
escritura de esta autora.
Indudablemente Juegos de azar es
una novela que aborda una realidad histórica, y la autora logra
retratarla magistralmente a través de los ojos de Scott y Agatha,
situándolos en bandos opuestos, con sus convicciones y dudas, con
virtudes y defectos.
Aunque había leído muchos comentarios
positivos sobre este libro nunca me había atraído demasiado, tenía
la concepción preconcebida de que me encontraría con una novela
dramática y lacrimógena, la verdad es que es algo que he pensado
durante mucho tiempo de los de esta autora. Pero he descubierto una
historia sencillamente preciosa, humana y muy cercana, que si bien es
cierto que tiene un trasfondo dramático, eso no lo hace menos
romántica ni humana. Está muy equilibrado dando como resultado una
novela que destila sensibilidad. Me he encontrado muchas veces con un
nudo en la garganta a medida que leía, casi diría que sintiendo lo
misma soledad de Agatha.
La ambientación me ha parecido
minuciosamente descrita, tanto en los capítulos que transcurren en
Kansas como los que tienen lugar en Misisipipi. Logras visualizar las
calles, la triste y solitaria sombrerería, la bulliciosa sala de
juego… ver la plantación de Waverley florecer y volver a la vida,
los campos, casi oler las flores.
Ésta es una habilidad de esta
autora que no deja de maravillarme, como transmite las emociones a
través de cualquier detalle, no sólo las palabras utilizadas en los
diálogos, sino los gestos, las miradas entre los personajes, la
relación de estos con los lugares en que tiene lugar la acción. Es
casi como si hablaran a través de ellos.
En cuanto a los
personajes, todos, absolutamente todos, me han parecido reales y
creíbles, como si se tratara de personas conocidas, cuyas historias
pudieras constatar.
La relación entre Scott y Agatha, si bien en
ocasiones me ha parecido un poco lenta, en el sentido de que sus
silencios y la negación de sus sentimientos me exasperaban, es
preciosa. Pero esa excesiva prudencia, esa lentitud en reconocer sus
sentimientos también la dota de esa incertidumbre que te mantiene en
vilo página tras página. La historia entre ellos me ha emocionado
muchísimo. La evolución de sus sentimientos, la madurez con que los
afrontan, el miedo con que los rechazan o el momento en que se
reconocen a sí mismos la existencia de ellos, puedes señalarlos con
nitidez por el modo en que quedan reflejados en las palabras.
El
resto de historias secundarias me han gustado, aunque no tanto como
la principal, pero es que ésta la encuentro muy difícil de
eclipsar.
Al margen de Agatha y Scott, tengo que destacar el
personaje de Willy porque confiere a la novela de mayor ternura si
cabe. Los vínculos que van naciendo entre él y Agatha y Scott son
conmovedores.
Creo que es un mérito muy grande lograr transmitir
sentimientos como los que este niño despierta, dulzura, compasión,
risa… sin resultar empalagosa. Pienso que están descritos en su
justa medida, y esto es algo que no pensaba encontrar antes de leer
la novela, razón por la que me ha costado tanto decidirme a leerla.
No me enrollo más, sólo añadir que en mi opinión Juegos
de azar es una de ésas novelas para la que no parece pasar el
tiempo. Merece leerla.
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