Título original: Fair is the rose
2º familia Van Alen
Autora: Meagan Mckinney
Género: Romántica histórica
Editorial: Nefer
Año publicación: 2008
La vida de Christabel Van Alen no ha
sido un camino de rosas desde la noche que fue testigo del asesinato
de sus padres a manos de su tío Baldwin Didier. Tras ser acusada del
crimen y pasar años encerrada en una institución mental, logró
escapar de su cautiverio y, desde entonces, su vida ha sido una lucha
constante por sobrevivir y huir. Su única esperanza es permanecer
escondida el tiempo necesario para ahorrar el suficiente dinero para
contratar los servicios de un detective que le permita defenderse del
crimen del que se le acusa.
Sin embargo, de algún modo,
Baldwin Didier logra dar con ella una y otra vez. Su última
oportunidad es huir hacia el oeste, hacia una pequeña población
donde no hay sheriff ni ninguna otra autoridad que pueda reconocerla,
debido a los pasquines de busca y captura que circulan por el país,
mostrando la cicatriz de una rosa en la palma de su mano.
Bajo
un disfraz de viuda, sube a la diligencia que la conducirá a la que
es su última esperanza; sin embargo, ésta se hace añicos cuando
son asaltados por una banda de forajidos, la banda de Kineson.
Macaulay Cain es parte de la banda que asalta la diligencia
que se dirige a St. Louis. La sorpresa es mayúscula cuando descubren
entre sus viajeros a una mujer, una joven viuda, cubierta de pies a
cabeza. Incluso oculta su rostro tras un velo negro.
Movido por
un impulso inexplicable, cede a la tentación de desnudar su rostro
para descubrir ante él a una joven hermosa más allá de lo
descriptible.
Tras ser ahorcado por error, logrando salvar su
vida milagrosamente, se unió a la banda de Kineson. Pese a que no es
el líder de ésta, es temido y respetado entre los forajidos,
incluso más que el propio Kineson.
Así, a pesar de que lo
desean, no cuestionan demasiado la autoridad que ejerce al proclamar
a la prisionera como propia y salvándola de la violación a manos
del resto de miembros de la banda.
No obstante, es su deber
mostrarse cruel y violento con ella para no levantar sospechas a ojos
de los demás.
Esto sorprende enormemente a Christal, ya que,
pese a que todos lo creen, el forajido de duros y fríos ojos grises,
la protege y respeta en todo momento. Poco a poco, sin percatarse de
cómo ni por qué se forja un vínculo entre ambos. Christal reconoce
en él a alguien parecido a ella: un fugitivo que huye de la
justicia, por ello cuando ve su vida peligrar lo insta a huir y
luchar por su libertad.
Pero cuando más estrechos y fuertes
son los vínculos entre ambos, Christal descubre horrorizada que el
hombre del que empieza a enamorarse no es otra cosa que lo que más
teme, con lo que termina huyendo de él a pesar de que éste le
ofrece una vida cómoda y respetable en Washington, junto a él.
Decepcionado y herido por el abandono de Christal, Cain se
obsesiona con dar con ella y cuando descubre que se oculta en una
pequeña población del Oeste, Noble, un lugar remoto y perdido en el
que ni siquiera hay sheriff, mueve los hilos necesarios para ser él
quien ocupe ese cargo.
Gracias a sus tejemanejes vuelve a
encontrarse con la bella Christal, quien ahora trabaja en un Saloon,
algo que lo desconcierta y enfurece a partes iguales, lo que le
impulsa a descubrir su identidad y el misterio que envuelve la
cicatriz con forma de rosa que marca la mano de Christal. Sabe que
ésa es la pieza clave para desentramar su pasado y quién es en
realidad.
Tras una muy larga espera, por fin tenemos la
oportunidad de leer en español la ansiada historia de Christabel Van
Alen, la hermana menor de Alana, protagonista de Encajes y pecados.
Tengo que decir que no me ha decepcionado para nada, aunque es
una novela con una ambientación abismalmente opuesta a la de Encajes
y pecados, me ha parecido tan envolvente como la anterior.
Fugitiva
está ambientada en el Oeste, género que me apasiona. Eso, sumado a
la pluma de Meagan Mckinney han logrado cautivarme de principio a
fin.
Así como el trasfondo donde nace la historia de amor de
Cain y Christal es diferente, también lo son los mismos
protagonistas, en comparación con Trevor y Alana.
Mientras
en la novela predecesora se movían en un ambiente social, rodeados
de dinero y lejos, aunque sin olvidar las murmuraciones y estigmas
sociales que los señalaban, en Fugitiva, estamos ante un hombre de
origen humilde que luchó en la guerra de Secesión por el bando
sureño. La guerra le arrebató a su familia y sus raíces y,
derrotado, se adaptó al nuevo país, aunque valores como la justicia
y el honor no lo abandonan jamás. En el proceso, se volvió un
hombre hermético e inaccesible, un hombre que esconde sus emociones
mostrando una máscara fría y rígida.
Por su lado, Christal se
crió entre sedas y encajes durante los doce primeros años de su
vida, pero la muerte de sus padres, la separación de su hermana y
años de encierro, la han convertido en una joven que ha debido
adaptarse a las penurias y a vivir en las situaciones más adversas,
y a desconfiar de todo y todos.
Tanto Christal como Cain son
luchadores y han sido fugitivos, pero así como eso les une, existen
otros factores que los separan. Ahí radica el miedo de ella a
confiar en él y hablarse de su pasado, con lo que a pesar de
entregarle su cuerpo y su corazón siempre se guarda una parte que
Cain lucha por descubrir.
Al margen de la lucha contra sí
mismas y sus valores morales, la sombra del malvado Baldwin Didier
sigue persiguiendo a Christal. Quizá es la parte que me ha parecido
un poco más precipitada, puesto que la relación entre Cain y
Christal me ha parecido preciosa. Hay escenas que se han quedado
grabadas en mi memoria por las emociones que producen, momentos que
reflejan el miedo y la pasión que sienten los personajes.
En
cambio, el modo en que se soluciona sus problemas con la justicia, la
he encontrado un poco rápida y apresurada.
También he notado a
faltar una mayor presencia de Trevor y Alana. Sus apariciones, sobre
todo las de Alana, han sido muy breves o a mí me han sabido a poco.
Pero, con todo, Fugitiva es una novela que he disfrutado
página a página, que me ha transportado al polvoriento oeste, los
bandas de forajidos y las escenas de Salones; un libro que ambienta
por todo detalle el Oeste americano y el tipo de vida propio.
Y,
sobre todo, me ha parecido una bonita historia de amor que me ha
dejado con una sonrisa en labios y que, nuevamente, narra una novela
donde sus protagonistas deben enfrentarse a la diferencia de clases
sociales y asumir su propio destino.
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