Título original: Years
Autora: Lavyrle Spencer
Género: Romántica histórica
Editorial y año publicación: Javier Vergara 1998/Romántica Zeta 2009
Cuando Linnea llega a Alamo, no imagina que el hombre irritado que la recibe en la estación de tren se convertirá en su gran amor. Con sólo dieciocho años, la vehemente y alegre Linnea es la nueva profesora y está decidida a conquistar un lugar en la familia que la acose, así como dentro de la comunidad. Theodore es un granjero de treinta y cuatro años que vive con su madre y su hijo de dieciséis años. Al igual que los demás granjeros, Teddy se ocupa fundamentalmente de la cosecha, y cuando Linnea llega a vivir a su casa, se siente invadido e irritado porque la joven no respeta las reglas tácitas de la comunidad. Lentamente, en medio de las tareas cotidianas, surge entre ellos un amor profundo. Atemorizado por la diferencia de edad entre ambos, Teddy intenta alejarse de Linnea. Pero ella está dispuesta a aceptar el desafío porque sabe que él es su destino.
¿Cómo explico lo que me parecido esta
novela? No sé por dónde empezar pues hay tantas cosas que podría
explicar…
Los dulces años me parece una novela
que narra una historia de amor inolvidable, dentro de un marco humilde
y sencillo. Probablemente estemos más habituadas a leer novelas
históricas rodeadas de un ambiente elegante, refinado e incluso que transcurre en un marco de aventura. Son muy románticos, muy atractivos y te
enamoran. Sin embargo esta novela de Lavyrle Spencer es un ejemplo de cómo
las historias de amor no distinguen entre clases sociales ni la
diferencia de edad. Es un ejemplo de cómo la pluma de una autora es
la que marca la diferencia entre una novela de amor y una novela de
amor en mayúsculas, y cómo con cualquier ambientación es propicia
para una novela romántica.
Sus protagonistas, Linnea Brandonberg y
Theodore Westgaard, provinen de mundos opuestos y muy alejados: ella
es una joven maestra, recién salida de la escuela, llena de sueños
y esperanzas, que abandona su hogar en la ciudad de Fargo para dar
clase en la sencilla escuela de un pueblo de granjeros, en Alamo; él
es un rudo granjero, trabajador y de firmes principios, que tiene
treinta y cuatro años, vive con su hijo adolescente y su madre,
después de que su mujer lo abandonara y le dejara con su hijo recién
nacido, con lo que desconfía de las mujeres, sobre todo de las
señoritas de ciudad y vive por y para su granja, sus caballos y sus
campos de trigo.
¿Y qué sucede cuando se conocen
Linnea y Theodore? Se llevan mal a primera vista, ¿pero no estas
novelas las mejores y las que más disfrutas?
Yo sí, desde luego.
Las novelas de Lavyrle Spencer las
descubrí gracias a algunas foreras que me las recomendaron mucho
mucho. Como he dicho en otras ocasiones es una autora que no me
atrevía a leer porque las sinopsis me hacían pensar en novelas muy
dramáticas, lacrimógenas y casi deprimentes.
Los dulces años tiene su parte
dramática, pero también una historia de amor preciosa, humana,
intensa que nace poquito y poco, va floreciendo hasta la última
página.
Me ha enamorado Theodore por su
carácter silencioso, un tanto rudo, por su fortaleza, su honor e
incluso por su hosquedad. Ir descubriéndole poco a poco, página
tras página, me ha emocionado mucho y me ha hecho sentir un
cosquilleo en el estómago a menudo, siendo testigo de cómo se
enamora de Linnea, cómo trata de huir de esos sentimientos que cree
imposibles hacia una joven de la edad de su hijo.
Detrás de su terquedad, de su mutismo
y sus palabras malhumoradas hacia Linnea vas descubriendo un corazón
enorme, pero sin que llegue a parecer empalagoso, quiero decir que
descubres un corazón muy humano, lleno de sentimientos que no quiere
ni se atreve a entregar sin que resulte pasteloso tanto sentimiento.
Pero Linnea, pese a su juventud e
inexperiencia, pese a su carácter soñador e inquisitivo, encuentra
el modo de hacer que Theodore le descubra lo que sienta.
De Linnea me ha encantado su locura
juvenil, su carácter emprendedor, su persistencia y su gran
generosidad. La verdad es que hay escenas con las que me he reído
mucho gracias a las ocurrencias y travesuras de Linnea.
La relación entre Linnea y Theodore me
ha conmovido muchísimo por la manera en que, día a día, bajo un
marco rural, la vida en el campo, las cosechas, las tormentas y mil
fatalidades van descubriendo sus sentimientos por el otro y se
enfrentan a ello.
En cuanto a los secundarios, todos,
absolutamente todos se han ganado un hueco en mi corazón, incluso
los personajes antagonistas… bueno, estos no tanto, la verdad.
Pero John, Nissa, Kristian, los niños
de la escuela, el resto de Westgaard, todos son retratados con tanto
mimo y detalle que puedes casi verlos en tu imaginación. Puedes ver
cómo pasan las estaciones, la cosecha, cómo van acogiendo a Linnea
en su comunidad…
Creo que Lavyrle Spencer es de las
pocas autoras que logran describir con tanta nitidez a una población
entera, detallando sus profesiones, sus vidas, sus personalidades,
sus sueños, sus virtudes y flaquezas tan bien.
Y como trasfondo, la guerra cuyas
implicaciones llega hasta la rural población de Alamo, marcando el
destino de sus gentes y el futuro de los protagonistas de Los dulces
años.
Podría escribir y escribir tantísimo
sobre lo que me ha parecido esta novela, podría describir mis
escenas preferidas, pero necesitaría páginas y páginas.
Así que sólo voy a decir de nuevo que
es una novela preciosa, humana y conmovedora, una historia de amor
creo que atemporal, que leas cuando la leas la sientes igual y te
emociona igual.
Sin duda es una de las mejores novelas
que he leído nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen este blog. ¡Muchas gracias!