Título original: Indiscreet
1º Cuatro Jinetes del Apocalipsis
Autora: Mary Balogh
Género: Romántico histórica (Regencia)
Editorial: Titania
Fecha publicación: Mayo 2013
1º Cuatro Jinetes del Apocalipsis
Autora: Mary Balogh
Género: Romántico histórica (Regencia)
Editorial: Titania
Fecha publicación: Mayo 2013
Catherine
Winters es una de las inquilinas de Claude Adams. Poco se sabe de
ella, salvo que es joven, bonita y viuda. Durante cinco años ha
residido plácidamente, como una habitante más de la villa de
Bodley-on-the-water, en Derbyshire, atendiendo a los ancianos, a los
más necesitados y dando lecciones de música a los hijos de Lord y
Lady Adams. Sin embargo, algo cambia durante las fiestas que los
Adams celebran con la llegada de la primavera y su regreso al campo.
La
afluencia de invitados en la villa es motivo para que sus residentes
llenen las calles, observando los carruajes y caballos pasar. De un
modo inocente, Catherine sonríe a uno de los caballeros, en concreto
al Vizconde Rawleigh, al que confunde con su hermano gemelo, Claude.
El
gesto en sí avergüenza a Catherine cuando descubre su verdadera
identidad, pero basta para encender el interés de Rawleigh. A ojos
del Vizconde, lo que se presuponían unas semanas tediosas en el
campo, ya que su cuñada está empecinada en desposarlo con su
hermana, de pronto parecen llenas de sensuales promesas, pues Rex
Adams, Vizconde Rawleigh, está decidido a seducir a la hermosa y
misteriosa viuda.
Catherine
no se engaña, sabe que el caballero y antiguo soldado, no es nada
más que un canalla sin intención de comprometerse. No es que busque
una propuesta de matrimonio, pero durante años ha llevado una vida
tranquila, protegida en ese pueblecito, bajo una identidad falsa.
Hasta que el Vizconde Rawleigh posa sus ojos en ella y, sin
pretenderlo, pone en peligro la paz tan duramente lograda, y
desentierra el terrible pasado que Catherine ha luchado con denuedo
por dejar atrás.
Un
romance inoportuno es la novela que da comienzo a la saga Cuatro
Jinetes del Apocalipsis, quienes no son otros que Rex Adams, Vizconde
Rawleigh, Nathaniel Gascoigne, Kenneth Woodfall, Conde de Havenford,
y Eden Wendell, Barón de Pelham. Los cuatro caballeros lucharon
juntos contra Napoleón, primero en la península, luego en Bélgica
y, durante la guerra, se ganaron este sobrenombre.
Empecé
a leer esta novela Un romance inoportuno con cierta reticencia, lo
confieso. Pues, al tratarse de una de las novelas antiguas de Mary
Balogh, sin que eso me desmotivara, presuponía que no iba a
encontrar una historia que pudiera llegarme al corazón igual que las
más recientes.
Me
equivoqué.
En
sus páginas he encontrado una deliciosa, dulce y romántica historia
que me ha transportado a esa villa en el condado de Derbyshire, donde
hueles los capullos en flor, los árboles reverdecer y oyes el
arrullo de los pájaros o el fluir del río. Y donde caes hechizada
por este romance.
Es
de sobras conocido que son muchas las autoras que escriben sobre La
Regencia, cuyas novelas se inspiran en las de Jane Austen, quien ha
sido, es y seguirá siendo fuente de inspiración para muchas
escritoras.
Sin
embargo, autoras que hagan evocar el espíritu de las novelas de Jane
Austen creo que no hay tantas.
Para
mí Mary Balogh es una de ellas.
Un
romance inoportuno es una de las novelas de esta escritora donde esa
influencia es, en mi humilde opinión, más marcada.
A
menudo, he sentido un cosquilleo mientras leía sobre estos
personajes, la ambientación o la descripción de una época y unas
costumbres, de las normas que marcaban la vida de las mujeres de ese
tiempo, con ese espíritu crítico de Jane Austen. Y Mary Balogh lo
ha logrado.
Un
romance inoportuno es la historia de una indiscreción.
Todo
da comienzo con una inocente sonrisa de Catherine Winters, que el
vizconde Rawleigh toma como un coqueteo. El seductor que hay en él
decide que debe poseer a esa mujer y comienza su particular cortejo
para seducir a la reticente y conservadora viuda.
Durante
las celebraciones con motivo del regreso de los Adams, suceden
diferentes acontecimientos que, inocentes o no, coquetos o no, acaban
con la tranquila y protegida vida que la viuda Winters se ha
construido durante cinco años.
Porque
Catherine Winters es en realidad Lady Catherine Winsmore y huye de un
pasado de vergüenza y dolor.
Bajo
una apariencia sencilla, rural y coqueta, donde no se nos cuenta otra
cosa que el cortejo y seducción del réprobo vizconde Rawleigh a la
viuda Winters, Mary Balogh nos narra una preciosa y emotiva historia
de repudia social, donde se describe a una sociedad conservadora que
censura a todo aquél que transgreda sus normas. Pero, también, es
una historia de valor, de coraje y amor que te provoca esas
mariposillas en el estómago que sólo las grandes novelas provocan.
Lo
hace a través de Catherine, una joven sencilla y prudente que trata
pasar desapercibida, que vive con modestia y se comporta con decoro.
Se nos cuenta la historia de esas mujeres a las que la sociedad
señala, incluso tratándose de una noble.
También
lo hace través de Rex Adams, un joven vizconde y héroe de guerra y
cómo describe a un noble que vive por encima de todo, egoísta,
hedonista y seductor. Pero, también él, Rawleigh tiene su propio y
doloroso pasado.
Son
dos caras de una misma moneda, las dos mitades de esta preciosa
historia.
Con
unos protagonistas que poquito a poco te enamoran, con un entorno
deliciosamente bucólico primero y elegante y regio después, con
unos personajes secundarios leales, que cierran filas en torno a esta
entrañable pareja, he disfrutado no sé si de un romance inoportuno,
pero desde luego de una lectura inolvidable.
Si
hay algo que destacaría de esta novela son sus diálogos, el arma
más mortífera que emplea Balogh, pues esas conversaciones entre Rex
y Catherine me han hecho perder la noción del tiempo, atrapada en
esos intentos de seducción, en esas confesiones y declaraciones de
intenciones entre ambos. Y, sobre todo, en la magia que todas esas
palabras de amor desprende.
Pero
tampoco puedo dejar de mencionar las descripciones de la vida en el
campo, de la villa, sus habitantes y costumbres que son, simple y
llanamente, deliciosas.
Sinceramente,
he sentido como si hubiera viajado a esa época, en los enclaves que
describe. Casi como si me encontrara bajo el monóculo de un altanero
noble o bajo el escrutinio de una matrona conservadora y el peso de
sus reglas.
Y,
sobre todo, me he sentido testigo de una preciosa historia de amor,
sencilla y clásica que destila ternura de principio a fin.
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