Título original: The Crossroad cafe
Autora: Deborah Smith
Género: Narrativa femenina/Romántica contemporánea
Editorial: Booket
Año publicación: 2009
Autora: Deborah Smith
Género: Narrativa femenina/Romántica contemporánea
Editorial: Booket
Año publicación: 2009
Como
el café de Crossroad, en ese recóndito lugar en las montañas de
Carolina del norte, esta novela ofrece una lectura que nutre el alma
de quien la lee. Y así como Delta Whistlespoon, su propietaria, con
sus guisos y sus panecillos, no sólo alimenta a sus habitantes, sino
también sus corazones, las palabras que se enlazan en las páginas
de este libro, son capaces de hacernos creer en la bondad y la capacidad de
superación y sanación de dos personas rotas.
Como
Cathryn Deen, la rutilante estrella de Hollywood y una de las
mujeres más bellas del planeta; como Thomas Mitternich, un afamado
arquitecto que tras el atentado del 11-S del Word Trade Centre, donde
perdió a su mujer e hijo, sólo busca un lugar donde poner fin a su
vida.
Pero
la bondadosa Delta no lo permitirá, pues tras la imagen hogareña y
maternal que muestra se esconde una voluntad de hierro y la necesidad
de curar el alma herida de todo aquel miembro de la comunidad o
recién llegado que atraviese sus puertas.
¡Qué
preciosidad de historia!
El
Café de Crossroad es una de esas novelas que te dejan con el alma
encogida. Confieso que fue mi reticencia lo que me llevó a no leerla
antes. Pues, tras leer la sinopsis, esperaba encontrar una lectura
trágica y lacrimógena que me iba a hacer llorar a moco tendido y
cerrar el libro con angustia. ¡Al contrario!
He
reído, me he emocionado y, capítulo tras capítulo, me he sentido
fortalecida de esperanza. Casi como los protagonistas de esta bonita
historia.
Deborah
Smith tiene el don mágico de construir una historia, amarga sí,
pero también dulce, que destila esperanza y ganas de superación. Es
una historia escrita con sentido del humor que narra el proceso de
sanación no sólo de dos cuerpos heridos -uno por quemaduras, otro
consumido por el alcohol- sino de dos almas que, poco a poco, se
recomponen y desean vivir.
Pese
a que a primera vista Cathryn y Thomas no tienen demasiado en común,
son algo más que almas afines. Son dos mitades sin lustre y con los
bordes rotos que, Delta y la comunidad de Crossroads, hacen encajar a
la perfección.
Cathryn
Deen es una estrella de cine que está a punto de emprender un
negocio que llevará su imagen, bella y perfecta, a las televisiones
y las vallas publicitarias de todo el mundo. Pero un accidente le
deja marcada de por vida y, sin belleza, ¿qué futuro aguarda a una
mujer que debe todo lo que es a su imagen personal?
Su
desgracia le hace darse cuenta, de la manera más cruel posible, de
quiénes la quieren por ella misma y quiénes por lo era y
representaba.
Sólo
una lejana prima, Delta, a quien no ha visto desde que era una niña,
parece determinada a hacerla abandonar su retiro y la insta a mudarse
a Crossroads, a la casa de su abuela.
Así
se reencuentra con Thomas, al que conoció por cartas mientra estaba
ingresada en la unidad de quemados y descubre a alguien que pese a
estar tan herido como ella, tan desencantado de la vida, se ha
confabulado con Delta para rescatarla y hacerla volver a la vida en
todo su esplendor.
Junto
a Pike, el marido de Delta y Sheriff de Crossroads, Santa, el hermano
de éste, los hijos, nueras, yernos y nietos de Delta y Pike, las
“Leñadoras”, una peculiar pareja de lesbianas, las dos pequeñas
huérfanas Ivy y Cora, dos cachorritos, un gallo tuerto y la belicosa
cabra Banger, Delta teje una red de esperanza, de calor y lealtad
incondicional alrededor de Cathryn y Thomas. Porque como decía
Nettie Eve, la abuela de Cathryn, “los guisos del Señor son
inescrutables”, y Delta no puede sino tratar de nutrirlos sólo de
panecillos sino de esperanza.
El
café de Crossroad es una novela profunda y conmovedora que no sólo
nos lleva a conocer a Cathryn y Thomas sino a toda la comunidad de
Crossroads, sus penas y alegrías, las experiencias que los han
curtido y hecho más fuertes y sabios, para, juntos, formar parte de
ese pintoresco lugar, lejos del progreso y los avances tecnológicos,
donde se vive en armonía con la naturaleza, los frutos que da y
donde las carga son más livianas cuando son compartidas.
Me
ha fascinado esta historia. No sólo por la preciosa historia de amor
que cuenta, sino porque es más que una novela de amor. Es una novela
que habla de las costumbres, las comunidades, la familia, la
esperanza del mañana, donde te enseñan que el dolor no se olvida
pero se entierra para seguir viviendo. Porque la vida aún puede
sorprenderte, aún puede disfrutarse.
Y
es una novela con una acusada crítica social: la obsesión del culto
a la belleza. En una sociedad donde lo que prima es la búsqueda de
la perfección, lo artificial, donde aquellos que no se ajustan a los
cánones son rechazados, a través del personaje de Cathryn Deen
podemos sentir qué se siente cuando una persona cae de la cima de la
fama, la popularidad y el éxito, qué siente una persona cuando se
la juzga por su físico y su interior no importa.
¿Y
qué contar de los sentimientos, preguntas y fantasmas que acosan a
los familiares de los fallecidos el 11-S en el Word Trade Center?
Thomas nos describe, de un modo desgarrador, a uno de ellos.
Pero,
reitero, que a pesar de que mis palabras puedan llevar a pensar que
ésta es una novela dramática, no hay nada más lejos de la
realidad. Parte del drama de sus personajes, cuyas vidas se han visto
destruidas por un accidente y el atentado del 11-S, pero la novela es
un canto a la esperanza. Es dulce, romántica, es emotiva, nutre el
alma como los guisos del Café. Y casi.. casi hueles y saboreas los
panecillos de Delta.
Para
mí, se ha convertido en una de las grandes y maravillosas novelas
que formarán parte de esas que atesoraré en los años venideros,
una de las imprescindibles en mi biblioteca romántica.
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